Un camino que empieza en 1897 y nos acompaña hasta hoy
A lo largo de 1897, tras haber obtenido del Ilustre Ayuntamiento de Medina de Pomar la oportuna concesión, los hermanos Agustín y Elías Martínez del Solar y su suegro Marcelino Aduriz Almandoz inician las obras para la puesta en marcha de la producción y el suministro eléctrico a la localidad.
El 17 de marzo de 1898 se pone en servicio la red que proporciona energía eléctrica para el alumbrado de vías y calles y para los domicilios particulares. El suministro, de acuerdo con las condiciones fijadas para el mismo, se interrumpía diariamente, conectándose únicamente desde el anochecer hasta el amanecer.
Esta producción eléctrica estaba asociada a la actualización y modernización de la fabrica de harinas “La Deseada”, situada en el barrio de Villamar, con la maquinaria más moderna de la época, importada de Alemania. Se instaló una turbina hidráulica de gran rendimiento y una máquina de vapor que asistiera las contingencias derivadas de la falta de caudal o reparaciones. Esta instalación permitió garantizar la actividad industrial y el suministro eléctrico.
La energía eléctrica presentaba grandes ventajas respecto a otras fuentes de energía, por su capacidad de transformación en otras formas de energía, por su transmisibilidad y su ubicuidad, capacidad para ser utilizada por todos, en todo momento y en las cantidades deseadas.
Se considera que la primera instalación eléctrica construida en España para suministro a consumidores fue la de los señores Xifre y Dalmau en Barcelona en el año 1875.
Las primeras referencias al suministro eléctrico en Burgos datan del año 1887; a partir de 1897 la Compañía de Aguas de Burgos ofrece un suministro eléctrico generalizado.
En 1901 aparece la primera reglamentación eléctrica sobre contraste, marca y comprobación de contadores eléctricos. La legislación de subsistencias de 1915 afecta al sector eléctrico y en los años veinte se consolidan los objetivos del Estado, en su potestad tarifaria y el régimen de autorizaciones, declarando el suministro eléctrico “servicio público”. Aparece en 1933 el Reglamento de Verificaciones Eléctricas.
La electricidad en Las Merindades
En los años veinte y treinta se instalan redes eléctricas de alta tensión, inicialmente con objeto de alimentar molinos accionados por motores eléctricos y en las cercanías de los consumidores, aumentando vertiginosamente la utilización de la electricidad como fuente de luz, calor y fuerza motriz.
Ante el aumento de las necesidades de suministro se construyeron las centrales de Quintarnaza y Moneo sobre el río Nela y la de Tedeja, en Trespaderne, sobre el Ebro.
En la comarca de Las Merindades se implantaron otras empresas de producción y distribución eléctrica e incluso los ayuntamientos cubrieron sus necesidades de abastecimiento directamente instalando redes y medios de producción, muy condicionadas por la irregularidad hidráulica. De igual manera, a lo largo del país se produjo una amplia pero desigual implantación eléctrica, a favor de las zonas mas industrializadas, con prevalencia de las redes aisladas y locales.
En 1944 se proyectó el embalse de Cereceda sobre el río Ebro, con un aprovechamiento hidroeléctrico estimado en Trespaderne de 15.000 kW de potencia. Doña Aurora Aduriz, viuda de D. Elías Martínez, vendió la central de Tedeja, en Trespaderne, y su concesión a Hidroeléctrica Ibérica -empresa que abastecía la industria pesada del País Vasco- con el compromiso de esta última de proporcionar la energía que necesitase para el abastecimiento de la zona geográfica que se determinó.
De esta manera se garantizó la disponibilidad de energía y el acuerdo permitió acometer inversiones y ampliaciones sin incertidumbres, así como disponer de una estabilidad y regularidad desconocida hasta entonces. Se dispuso de una toma en la central de Trespaderne de 5.250 voltios y se adaptó la red hasta Medina de Pomar.
En esta época la actividad eléctrica continuó teniendo una menor importancia que la fabricación de harinas, que llegó a alcanzar los 24.000 kilos de trigo molturado al día en la fábrica de Villamar.
Era una época de restricciones, por la insuficiente producción en el país, aunque esta situación afectó menos a las zonas productoras. Sin embargo, se continuó y ampió la actividad de distribución. Como ejemplo, se puede citar la localidad de Cebolleros, que se electrificó en 1.944; las localidades de Barriosuso y Céspedes,en 1950; Tabliega y Cubillos de Losa, en 1952, y los pueblos de la zona de la Cuesta (Barruelo, Casares, Bahillo, Quintanalacuesta, Valdelacuesta y Villamagrín), vertiente norte de la sierra de la Tesla, en el año 1954.
En 1956 se adquirió la distribución de los pueblos de la Merindad de Montija.
Para ello fue preciso sortear graves problemas, como la escasez de materiales o su intervención -conductor de cobre y aisladores- o los cupos sobre las materias primas -cemento-, que limitaban las posibilidades y la calidad de las redes construidas. A pesar de las dificultades, la llegada de la “luz” se recibía con alborozo y se celebraba como la fiesta mayor. La esperanza de que estos logros traerían otros mayores animaba a las gentes en su tarea diaria acercando nuevas formas y mejoras en la calidad de vida.
Crisis y cambios en el sector eléctrico 1940-1960
Tras la contienda civil de 1936 las necesidades eléctricas se conviertieron en vitales para el desarrollo económico. Algunas instalaciones habían quedado destruidas o dañadas, el bloqueo económico internacional impedía la reposición de equipos y la situación económica hacia difícil acometer grandes y costosas infraestructuras.
Se añadían, asimismo, las dificultades para la importación de combustibles y la sequía de los años 1944-45 y 1949, con una producción insuficiente para atender la demanda. Las grandes ciudades sufrieron interrupciones de varias horas al día.
El ritmo de construcción de centrales era muy lento, frenadas aún más por la política económica y la congelación de tarifas hasta 1953, que prácticamente anula los incentivos a la inversión. La caída de los precios reales de la electricidad fue del 83 por ciento entre 1936 y 1950.
En esta época se planteó, incluso, la posibilidad de la nacionalización del sector para optimizar los recursos disponibles, como había sucedido en Francia e Inglaterra.
En 1951 se estableció la Red Eléctrica Peninsular por grandes empresas eléctricas -fruto de grandes fusiones-, que configuró una red única donde se vertían los sobrantes de energía de unas zonas para abastecer a otras deficitarias.
Se establecieron las tarifas tope-unificadas a las que se unió una cuota que administraba OFILE -Oficina Liquidadora de la Energía- para compensar el coste de las centrales construidas desde 1939, la energía térmica y ciertos suministros protegidos. Este sistema permaneció hasta 1974.
La agrupación de empresas eléctricas Unesa y el RECA -Repartidor Central de Cargas- fue desde 1944 hasta 1980 el centro neurálgico de todo el sistema eléctrico.
El «milagro económico»
y el éxodo rural
De la mano de la electricidad comenzaron a llegar nuevas técnicas más productivas y nuevas máquinas. Se instalaron molinos eléctricos en todas las poblaciones. En el medio rural comenzaron a introducirse las aventadoras eléctricas y maquinaria para la recolección de los cereales, lo que aumentó considerablemente la productividad.
Estos nuevos sistemas para la producción agraria y ganadera hicieron que desapareciera una gran cantidad de mano de obra tradicionalmente necesaria para estos trabajos. Sin embargo, en esta comarca no existieron estructuras económicas que permitieran absorber este excedente de las actividades tradicionales.
Con esta situación y el desarrollo industrial de determinadas zonas del país, comenzó el éxodo de la población en busca de mejores condiciones de vida. El País Vasco, por su proximidad y su pujanza económica, se convirtió en el principal polo de atracción de los habitantes de Las Merindades.
La población de Las Merindades descendió vertiginosamente de los 75.000 habitantes en 1920 a apenas 25.000 en los años noventa.
El progresivo aumento del nivel de vida estuvo acompañado por un aumento de la demanda eléctrica. Ante esta situación se construyó en 1964 una nueva línea desde Trespaderne a Medina de Pomar a la tensión de 46.000 voltios y una subestación transformadora de 46.000 a 5.000 voltios con una potencia de 2.000 KVA.
Por otro lado, en las décadas de los sesenta y setenta comenzó la gran expansión de toda la zona de Las Merindades como segunda residencia por su atractivo turístico. La explotación de sus recursos comerciales, paisajísticos y culturales permitieron un desarrollo urbano de proporciones desconocidas.
Este desarrollo supuso un incremento del nivel y la calidad de vida, aunque sin olvidar que, desagraciadamente, vino acompañado de un mayor deterioro del medio natural.
Cambios en el sector eléctrico
La planificación en el sector eléctrico se inició con el Plan de Electricidad (1954-1963). Los Planes de Desarrollo estatales contemplaron también la evolución de las necesidades eléctricas.
El I Plan 1964-1967 estableció una previsión de crecimiento del PIB del 11,5 % anual y acumulativo, recogiendo un programa de instalación de centrales eléctricas. De manera especifica, se aprobó en 1969 el Plan Energético Nacional.
El II Plan apareció en 1969 por las fuertes tensiones inflacionistas, con la pretensión de mantener crecimientos en torno al 5-6 % anual acumulativo hasta 1972. Se iniciaron los estudios del tercer plan con el “Horizonte 1980”.
En este periodo el PIB experimentó, de media, un aumento del 7 % anual en precios constantes, con un consumo de energía primaria que pasó de 31 millones de toneladas equivalentes de carbón (TEC) en 1960 a 90 millones en 1974.
La dependencia de los productos petrolíferos pasó del 29 al 69 %.
Sobre estos parámetros se asentaron las claves de los demás planes que comenzaron en 1979. Se apoyaron en la crisis petrolífera de 1973 y años posteriores por su alta dependencia, disminuyeron considerablemente la participación del carbón nacional, así como introdujeron una política de abaratamiento de la energía en términos reales, lo que no contribuyó a moderar el consumo.
En 1974 entró en vigor el “Sistema Integrado de Facturación” y se creó la estructura binomial potencia-energía de las tarifas eléctricas. También se creó la Oficina de Compensación de la Energía Eléctrica (OFICO) que se encargaba de compensar los sobrecostes y distribuir las primas que equilibraban el sistema eléctrico.
La regulación eléctrica descansaba sobre el Reglamento de Verificaciones Eléctricas de 1954 y sobre el Reglamento de Líneas Aéreas de 1968 (aún vigente) y el de Baja Tensión de 1973.
La constitución de Electra Aduriz
En 1978 se creó como sociedad anónima ELECTRA ADURIZ, heredera del negocio eléctrico. Era una época de gran actividad, cambios y grandes retos a los que se vio obligada a responder y de los que salió reforzada con éxito.
Además, nuestra empresa también se vio obligada a convivir con la agresión de su suministrador, que, amparado en su tamaño y poder e ilícitamente, al no respetar los compromisos contraídos, pretendió una convivencia escandalosa y absurda.
Sin embargo, la confianza en la aplicación de la Ley y la creencia de que la justicia se ha extender a todos los ámbitos, hizo posible la condena a este suministrador, que se extendió a la pérdida de las redes que implantó ilegalmente y a los clientes que había obtenido ilícitamente.
La utilización de los sistemas eléctricos fue masiva en los años ochenta y la electricidad ya era una pieza clave y fundamental de la vida. La red eléctrica se extendía hasta el ultimo rincón de nuestra geografía. Tanto las actividades comerciales como los servicios utilizaban masivamente la energía eléctrica. También las actividades agrícolas y ganaderas basaban su modernización en la utilización masiva de energía eléctrica para la obtención de fuerza mecánica, frío y calor industrial.
En 1984 se puso en servicio la actual subestación, de tipo semintemperie, con tecnología avanzada. La tensión de distribución se estableció en los 13.200 voltios actuales y una potencia de transformación de 18 MVA en la actualidad.
En 1997 se incorporó la automatización con la incorporación de elementos telemandados y sistemas informáticos, operados desde el Centro de Control de la empresa. La supervisión, el mando y el control remoto permitieron una sustancial mejora de la calidad del suministro y su regularidad.
La expansión del sector eléctrico
A partir de la crisis del petróleo que elevó en 1973 el precio un 475 % finalizó la era de la energía barata y abundante. Los países industrializados y, en mayor medida, España soportaban una elevada dependencia del petróleo.
Su repercusión sobre la economía española fue patente en 1976. Se tomaron medidas de diversificación, de establecimiento de precios reales de la energía, programas de ahorro y conservación de la energía, y medidas económicas y políticas.
El Plan Energético de 1975 que planteó estas medidas entró en vigor en 1978 coincidiendo con la segunda crisis petrolífera de 1978, que elevó el precio del crudo un 67 %.
En 1985 se creó Red Eléctrica de España tras la nacionalización de la Red Nacional de Alta Tensión, redes de 380 y 220 kilovoltios, así como el Centro de Control del Sistema Eléctrico.
En la década de los ochenta se produjo un importante desarrollo normativo, con la Ley de Conservación de la Energía de 1980, la Ley del Canon sobre la Producción de 1981, el Real Decreto de Fomento de la Producción Hidráulica, el Reglamento sobre Acometidas de 1982 y el Reglamento Técnico de Centrales y Centros de Transformación.
En 1986 España se incorporó como miembro de pleno derecho a la Comunidad Económica Europea, adhiriéndose a la CECA y al EURATOM.
El 1 de enero de 1998 entró en vigor la Ley del Sector Eléctrico, vigente en la actualidad, que liberalizó las actividades eléctricas y conservaba su triple objetivo tradicional de garantizar el suministro, su calidad y que se realice al menor coste posible, sin olvidar la debida protección del medioambiente. Pretendía que en el plazo de días años las actividades de producción y comercialización se encontraran liberalizadas.
Se creó y reguló la Comisión Nacional del Sistema Eléctrico, hoy en día Comisión Nacional de Energía (CNE). Se incorporaron al ordenamiento jurídico las previsiones de la Unión Europea sobre las normas comunes para el establecimiento del mercado interior de la electricidad. Fue el cambio más radical que ha soportado el sector eléctrico en toda su historia.
Separación de actividades
El artículo 12.1 de la Ley 24/2013 del Sector Eléctrico establece la obligatoriedad de separación de actividades en el sector eléctrico.
En la Disposición Transitoria Cuarta de la referida Ley dispone que, con anterioridad al 26 de diciembre de 2016, todas las empresas del sector eléctrico deberán estar adaptadas a lo previsto en el artículo anteriormente mencionado.
Por ello, ELECTRA ADURIZ, S.A., distribuidora y comercializadora de energía eléctrica, llevó a cabo en octubre de 2015 un proceso de escisión en la modalidad de segregación de una de sus ramas de actividad.
Esta rama segregada es la distribución de energía eléctrica, que fue traspasada en bloque a una sociedad de responsabilidad limitada de nueva creación con la denominación ADURIZ DISTRIBUCIÓN, S.L. (Sociedad Beneficiaria de Nueva Creación), constituida expresamente para tal fin.
Epílogo
Con la implantación de nuevos medios, la incorporación de tecnologías avanzadas en la distribución eléctrica, nuevos materiales y sistemas, y con el afán de superación de todas las personas que integran la organización se alcanzan en la actualidad niveles de estabilidad y calidad de suministro comparables y superiores a los de nuestro entorno.
Los valores de las personas de nuestra empresa sobre los que descansa nuestra política y los principios con los que actuamos dan forma al compromiso de toda la organización de cumplir con los requisitos de nuestros clientes y de nuestra mejora continua.
Los 19 años que en 1898 D. Marcelino Aduriz estimaba que duraría su negocio han superado ya la centuria, y con ellos la perenne actividad que hoy nos ocupa.
La advocación de nuestra actividad a la Virgen de la Candelaria, que celebramos con alegría año tras año, sabemos que ha iluminado el camino de aquellos que buscaban más luz en su tarea diaria y en su futuro.
Aquellos ideales que animaron a los fundadores, dominar las fuerzas de la naturaleza y obtener un futuro mejor, continúan siendo los mismos que en la actualidad nos empujan a proseguir nuestra labor con redoblada energía.